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JustJames!

sábado, 6 de octubre de 2007

spending my time


(...show me your motion...)


Completo. Muy completo. Y eso me encanta. Hoy ha sido un día de esos en los que tienes tantas cosas por hacer que las apuntas en una agenda, cronometras el tiempo que le puedes dedicar a cada uno de tus asuntos y te lanzas desde pronto por la mañana a cumplir compromisos. Uno de esos días que no te cuesta levantarte porque te apetece hacer todo. (y porque no tienes resaca, claro)

Así que me he levantado medianamente pronto para ser jornada de libranza, y he estrenado el día con un desayuno (algo muy muy extraño en mí) Un café solo, unas tostadas con mantequilla y mermelada de limón que compré hace no mucho en el supermercado del Corte Inglés, un zumo de naranja y un magnifico yogurt que descubrí el otro día en Mercadona (un pack de 12 unidades sabor a Cereza, Frambuesa, Fresa, Albaricoque, Pera y Melocotón. A cada cual más rico)

Vaqueros amplios, camiseta azul, chaqueta deportiva abierta (estilo universidad americana) con capucha incorporada de color amarillo, pelo despeinado y mi Ipod eran el look seleccionado para la ocasión. Ni arreglado ni muy arrastrado. Un punto intermedio estupendo para solventar la mañana.

Lo primero de todo era ir a cobrar el cheque con mi nómina, que por fin he podido ingresar tras siete días de retraso, unos cuantos (graves)problemas con el contrato, y un gran desfalco a la Seguridad Social cortesía de la maravillosa empresa en la que trabajo. Cobrarlo en el Santander e ingresarlo en el BBVA, para evitar comisiones. Menos mal que los dos están al lado de mi casa. Así que primer punto del día… liquidado.

Con el dinero en mi poder, y la tranquilad que eso supone, he cogido un autobús (no comprendo que la gente no comprenda mi afición por los autobuses madrileños) hasta la oficina de la Tesorería de la Seguridad Social más próxima, que en este caso resultó ser la de Ciudad Lineal.

Cómo me gusta andar por Ciudad Lineal. No sé por qué. No es un sitio bonito ni tiene nada especial. Pero me gusta. Gente de lo más variopinta se mueve, siempre con prisa, a lo largo de García de Noblejas. Y como el tiempo acompañaba (ni frío ni calor, ni sol ni nublado) me he quedado un rato sentado en un banco observando el ir y venir de la multitud mientras me fumaba un cigarrillo (en el intento de ver todo más claro, por supuesto) En mi Ipod sonaba Peces de Ciudad, versión de Ana Belén.

Y allí estaba la Seguridad Social. Un mundo nuevo. Después de vivir 23 años en mi mundo feliz de Sanidad Privada, me entero ahora que al ser trabajador, los médicos privados no tienen valor para las empresas, y que por mucho que uno te diga lo enfermo que estás, si no es público, no vale de nada. Así que a hacer papeleos.

Para mí sorpresa, ha sido más fácil y menos burocrático de lo que me imaginaba. Lento, pero eficiente. Siendo previsor, y esperando largas colas, me he comprado la nueva edición de Nox. Una de esas revistas que no cuentan nada, pero que tienen muy buena publicidad, hojas duras, y que “hay-que-comprar-si-quieres-estar-a-la-última” y que a mí sinceramente me resbala sobremanera (al igual que el Fotolog y MySpace, que también se supone que son “lo más”) Pero la verdad es que durante la espera, me he acomodado en la sala de espera, que más que sala parecía un patio de butacas, y me he abstraído del tiempo escuchando música y leyendo “por-qué-hay-que-visitar-Laponia”

Y sin darme apenas cuenta… los papeles en regla! (en el fondo, soy un forastero en la ciudad) Así que me he ido a tomar un “aperitivo”: un perrito caliente con poco ketchup (no me gusta, ver mi columna de lo que No Me Va) y mucha mostaza (total, no esperaba ligar a esas horas) Que rico. De repente me sentí como si volviera a estar viviendo en Marengo, Indiana, donde me paraba en todos los establecimientos que vendieran Hot Dogs, a dólar la unidad. A diferencia de que allí la civilización apenas existía y los vecinos más cercanos estaban a unas 3 millas de distancia. Sí, allí medía por millas. De ahí que ahora calcule mal las distancias en kilómetros y llegue siempre tarde (no cuela, verdad?) Sonaba en ese momento One Way Or Another, de Blondie. Todo un clásico.

Tras varios recados menores, y dado lo rápido que pasa el tiempo en Madrid, llegaba el momento de volver a casa a comer. Porque hoy tocaba comer en casa. Cansado ya de tantos Vips, Woks, Tío Pepe’s, McDonals o lo que es peor, la Cantina del Aeropuerto, me apetecía comer sano. Otro autobús. Otra experiencia única. Otro ver el mundo a través de un enorme cristal. Llenando la cabeza de imágenes únicas, que más adelante estoy seguro que recordaré. Porque me encantan los recuerdos. Y para mí, Madrid es la ciudad de los recuerdos. Quizá por eso sea yo tan feliz aquí.

Macarrones con salsa boloñesa, lacón, patatas fritas, manzana de postre y un café con leche condensada para rematar la faena. Ese ha sido mi menú del día.

Cuando llegaba el momento de la siesta, mi cerebro se ha reactivado y no me ha dejado amodorrarme en el sofá. Algo quedaba pendiente. Recoger mi casa. Entera. Que falta le hacía. Así que me he enfundado los rulos (tapados con un pañuelo, claro) unas mayas viejas, una camiseta talla XXL sin ningún tipo de forma… y a darle al trapo. Salón, cocina completa, terraza, cuarto de baño… todo!! Hasta he descubierto que las ventanas no eran opacas. Todo un hallazgo.

Horas y horas de esfuerzo, sudor y estornudos (efecto del polvo) han servido para que ahora mi casa parezca de nuevo un hogar. Por no hablar de la ropa planchada: cuatro juegos de sábanas, otros tantos de toallas, siete pantalones, 12 camisetas y polos, seis camisas, cuatro jerseys, trece gayumbos (viva el fetichismo!) 23 pares de calcetines (y unos cuantos que no he sido capaz de emparejar) y por supuesto, el uniforme. Qué orgulloso estoy de mí mismo. Volver al orden tras el desorden. Así que ahora tenía tiempo para mí hasta la hora del siguiente plan.

Era el momento de renovar la música de mi Ipod. Y digo renovar y no agregar, porque aún no he entendido la necesidad que tiene la gente de tener 2586 canciones en el susodicho reproductor. ¿Para que vale eso, mas que para tardar horas y horas en encontrar la canción que te apetece escuchar? En mi Ipod hay ahora 136 y ya me parecen demasiadas. Y mi trabajo me ha costado meterlas, dado que mis queridos amigos los virus del ordenador se han empeñado en hacer exactamente lo contrario a mis órdenes. Tenían día rebelde. Y eso que les he advertido de que si se ponen remolones les meto un antivirus. Pero tal y como pensaba, mi poder de intimidación es escaso. Muy escaso. Qué le vamos a hacer.

Así que tras descargarme decenas de canciones (y alguna que otra cosita más) y meterlas en el Ipod, hablar un poco por teléfono, mandar un par de mensajes que tenía pendientes y encender la televisión varias veces (después de apagarla al ver que para variar, no había nada interesante) me ha dado la hora de prepararme para salir a cenar y hacer un cine. (Sí, a la segunda el SMS ha llegado a su destinatario) Plan perfecto de viernes por la nuit.

¿Look? Vaqueros viejos, camiseta blanca (sí, sí, aunque algunos lo duden, sé salir por la noche sin camisa) chaqueta gris y botas marrones de ante. ¿Cena? PAN’S de Gran Vía (viva la gastronomía fast food, que una comida sana al día es suficiente) ¿Cines? Ideal en Tirso de Molina. ¿Película? Dos días en París, en versión original subtitulada. Planazo.

Sala pequeña. Palomitas grandes (Que se hacen llamar Medianas. ¿Alguien sabe por qué?) Cocacola Light a litros. No trailers. Oscuridad. Ronquilos a lo lejos. Risas. Lágrimas. Más risas. Pensamientos enfrentados. Reir, llorar, comprender... Cosquillas. Y más risas.

Y cuando ya tocaba salir del cine, me ha invadido esa sensación repentina de felicidad y euforia que tienes cuando has disfrutado de algo que no has entendido muy bien. Porque la película era rara de narices. Pero que decía verdades como puños sobre el comportamiento de las personas. O igual soy yo el raro de narices y por eso creo haberla entendido. Who knows? Pero feliz al fin y al cabo.

Y así, a las 4 de la mañana, en el cuarto donde aquella vez te quitaba la ropa, aun me quedan fuerzas para recordar, e incluso escribir, todo lo que un servidor ha podido dar de sí este singular 5 de Octubre. Un día muy largo.

Un día completo.

Un día genial.


JustJames.
Distinción y estilo desde 1984.

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