by

JustJames!

lunes, 29 de diciembre de 2008

365 días, 365 palabras.



Me dicen que no hay crisis, pero yo me voy a la calle. Parece que somos demasiados. Por culpa del petróleo, dicen. Dos años de alternancia de contratos para ser victima de un ERE. Hasta entonces, seguiré dando lo mejor de mí misma, sollozaba Lucía. Hizo de tripas corazón, se estiró el uniforme, esbozó la más agradable de sus sonrisas y continuó con sus tareas.

Una vergüenza. Hizo saltar el Hipercor por los aires, y ahora será mi vecino, se lamentaba Aránzazu. Tranquila, le consolaba su marido. Se marchará del país. Relájate, que nos vamos por fin de vacaciones. A Iñigo, su mujer le recordaba a Carla Bruni, así que comprendía a Sarkozy. Y se sintió afortunado.

Una semana para ver a mis hijos y vuelvo a Estados Unidos ¿Alguien duda de que ganará Obama? El país no parece preparado para tener a una mujer presidente, pronosticaba José. De McCain ni se acordaba. Pero al menos no tenía que cubrir los secuestros navales en Somalia. O el reciente conflicto en Georgia. Contratiempo. Durará poco, pensó. Y volvió a sus pensamientos.

Debería hacerme un seguro de viaje, recordó Teresa mientras por el hilo musical, previa autorización de la SGAE, sonaba Hawai Bombay. Ya no se fiaba de nada y hacía tiempo que dejó de ser aquello un paraíso. Por mucho que fuera a viajar en visita oficial. Contratiempo solucionado.

Las FARC debilitadas, rezaba el periódico. Tomás leía declaraciones de Betancourt mientras esperaba, enumerando las veces que había leído lo mismo sobre ETA. Juraba desconectar del mundo esos días.

¡Este año triunfaremos! Los éxitos del año se repetirán en los Juegos Olímpicos impulsando mi carrera, soñaba Marta, ciclista alevín. Por ese compromiso con el deporte había ayudado a la reelección de Zapatero meses atrás.

Y yo a trabajar. Con el espléndido sol que hace. Ojalá fuera Javier Bardem. Multipremiado un año y tres descansando, soñaba Gabriel. Y eso que su trabajo también pendía de un hilo.

En ese momento, los pensamientos de todos se centraron en el ensordecedor ruido de los motores del avión que los debía llevar hacia el sol canario. Lo que ninguno pensó es que, desgraciadamente, segundos después el descanso deseado se volvería eterno.




VotarVotos participante1 año en 1 postVotarVer otros participantes

reality bites


(... in my world of fantasy... ritual fertility...)


¡Qué horror! Más de un año sin dejarme caer por aquí. No tengo perdón. O quizá sí, cada uno trata de excusarse como quiere, o como buenamente puede.

No se muy bien cuáles fueron los motivos que me llevaron a abrir este blog. Quizá la necesidad de contar al mundo que en realidad yo era un ser humano.

Pero con lo que no contaba era con que hubiera tantos humanos dispuestos a querer enterarse de que yo era un semejante. Tímido que es uno.

Tampoco sé los motivos que me llevaron a dejarlo. Quizá el hecho de conocerte y de hacerme muy feliz. Y cuando uno es feliz tiene dos opciones: o disfrutarlo, o disfrutarlo y contárselo a todo el mundo. Lejos de querer crear envidias, yo opté por lo primero.

Podría extenderme horas y horas contando lo que ha sido mi vida este año. Muchas cosas han cambiado. Algunas de las cosas que antes no "me iban" ahora "me van". Cuestión de sumas y restas. O cuestión de madurar, dicen los mayores.

Podría ser este el año en el que hubiera dejado de llorar. Pero entonces no sería JustJames. Y en esencia, por suerte o por desgracia, eso es lo que soy.

Podría ser este el año en el que no me hubiera enamorado. Por no. En eso no puedo cambiar tampoco. Lo que sí ha cambiado es que sólo lo haya hecho una vez. Y lo más raro de todo es que aún esté contigo. Lisboa menina e moça.

Podría ser este el año en el que no hubiera necesitado escribir por haber sido tremendamente feliz. Y pese a que a grandes rasgos así haya sido, también he flaqueado. Nunca presumí de ser perfecto.

Podría ser este el año en el que la comodidad guiara mi vida, pero lejos de eso, he jugado a complircarme la existencia y alejarme de la felicidad, voluntariamente, unos 400 kilómetros. Sólo el tiempo me dirá si tomé la decisión correcta.

Podría ser este el año en que me ascendieran en el trabajo. Pero la consecuencia de alejarme 400 kilómetros es estar en el paro.

Podría ser este el año en el que los sapos bailen flamenco, pero nunca entendí esa frase.

Podría ser este el año... y podría no haberlo sido.

¿Puedo decir que algo me he perdido? Con total seguridad. Pero este ha sido un año más de mi vida. Y pesando en la balanza del amor la ciencia y la conciencia me sale positivo. Y eso es lo que cuenta. Al menos para mí, que con poco me conformo.

Me alegro de haber vuelto.

De verdad.


JustJames.
Distinción y estilo desde 1984.

martes, 16 de octubre de 2007

from zero to hero


(......................................................)

Otra vez. Por fin. Esta noche me ha vuelto a pasar (y no me refiero a enamorarme) Hay cosas que no tienen explicación. ¿A dónde vamos? ¿De dónde venimos? ¿Quién es Ana de Castro que está en el Tuenti de todos pero nadie identifica? Pero no. Me refiero al cambio de chip in a blink of an eye, provocado por el cine. ¿Cómo puede una película hacer ver las cosas de otra manera, en tan sólo 90 minutos? La magia del cine, que llaman algunos.


Una vez dije que entre las cosas que no me gustaban estaba... “los domingos (salvo aquel domingo)” Pues bien, ese domingo en cuestión fue hace ahora exactamente un año. El mismo domingo del Puente del Pilar. Y fue el principio de un precioso otoño. No pasó nada especial ese día, salvo eso, ser el principio. Pasar esa noche de domingo junto a ti.


Pero poco queda ya de ese otoño. Las personas cambian, los sentimientos también. Aunque los míos se aferran en mi interior y de vez en cuando, independientemente de que sea primavera o no, les da por florecer. ¡Qué cosas!


Los astros parecían indicar que, justo este domingo y no otro, un año después de todo, te volvería a ver.


Me he vuelto a montar, después de tantos meses, en esa línea de metro que sólo cogía porque la usabas tú. Encendiendo mi Ipod comenzaba a sonar esa canción que tú odiabas y que yo no me cansaba de escuchar, y que inevitablemente ahora asocio contigo. Y para aderezar la ensalada, un libro de relatos breves intentaba, no sin mucho esfuerzo, abstraer mi mente de todo eso. Hasta que llegó tu estación. Aunque sólo fuera por curiosidad o por reírme de mí mismo (o de la situación) levanté la mirada. Mi corazón a 250 pulsaciones por minuto. Porque no era un espejismo. Allí estabas tú.


Como acto reflejo, bajé la cabeza al libro y me puse a leer la misma frase una y otra vez. En 10 segundos pude leerla 50 veces, y no puedo recordar ni una sola palabra. Podría haber tenido el libro al revés que no me habría dado cuenta.


No podía pensar. El Ipod era silenciado por el ruido de los latidos. Estoy seguro que todo el tren podía oírlos. Tu me viste, y te sentaste a mi lado. Yo me hice el sorprendido. Obviamente nos pusimos a hablar. Tú tan en calma. Yo tan nervioso. De todo y de nada, porque mis palabras temblaban (detalle que estoy seguro que notaste, dada tu sonrisa)


En cinco minutos recordé todos y cada uno de esos días que pasé contigo. Y de todos tengo buen recuerdo. Pero yo soy así, lo malo lo borro enseguida, para quedarme sólo con lo bueno. A veces, si rasco un poco, logro sacar algún mal recuerdo, pero contigo no es posible.


Cuando salí del metro solito mi cabeza estaba en otra parte. Nunca me he sentido tan perdido en medio de la Gran Vía. Todo tan raro, tan confuso. La primavera se ponía sus mejores galas en mi fuero interno. Maldita sea…


Pero el plan de domingo no era pasar la noche contigo, sino ir al cine. Por lo menos las siguientes horas. Después… quizá te hubiera apetecido ir a tomar algo. O igual tenías planes. O quizá no estuvieras disponible. No lo sé. Me quedaré con la duda. Porque otra vez, y como si fuera un sentimiento bisiesto, el cine me hizo cambiar de opinión.


Hairspray. Tú tienes la culpa. Tanta canción, tanto baile, tantas buenas vibraciones… 90 minutos después en mi corazón volvía a hacer templado, típico del entretiempo, y las flores estaban aguardando unos meses para salir. Una sensación de tranquilidad y felicidad me inundaban de nuevo.


Absolutamente para todo. Todo lo que me ha estado preocupando desde hace hacía semanas se había esfumado. Ni penas, ni agobios ni falsas apariencias. Tranquilidad absoluta. Corazón y cerebro reseteados.


Dispuesto a todo, dispuesto a nada. Que sea lo que Dios quiera. No necesito pensar más, sólo dejarme llevar. No te quise llamar. No porque no fuera lo correcto, sino porque simplemente, y contra todo pronóstico (o contra los sentimientos que tenía tan solo una hora y media antes) no sentía la necesidad. Se pasó el momento.


No te voy a agobiar. Y a ti tampoco. Ni a ti. Podeis respirar sin agobios. Soy una persona nueva otra vez.


Esa noche de domingo, Puente del Pilar, en mis sábanas ya no había fantasmas, y el Guadiana volvía a bajar cargado de agua.


No cierro puertas a nada. Si algo tiene que ser, será. Y si no, no será. Y no me preocupa.


Siempre he tratado de identificarme con la multitud buscando canciones que contaran mi historia, reconfortandome sabiendo que alguien más pasaba por lo mismo. Pero esta vez no las hay. Esta vez sólo suena una canción.


Los latidos del corazón.


Sonido único.


El mío.


El mejor.



JustJames.
Distinción y estilo desde 1984.

sábado, 6 de octubre de 2007

spending my time


(...show me your motion...)


Completo. Muy completo. Y eso me encanta. Hoy ha sido un día de esos en los que tienes tantas cosas por hacer que las apuntas en una agenda, cronometras el tiempo que le puedes dedicar a cada uno de tus asuntos y te lanzas desde pronto por la mañana a cumplir compromisos. Uno de esos días que no te cuesta levantarte porque te apetece hacer todo. (y porque no tienes resaca, claro)

Así que me he levantado medianamente pronto para ser jornada de libranza, y he estrenado el día con un desayuno (algo muy muy extraño en mí) Un café solo, unas tostadas con mantequilla y mermelada de limón que compré hace no mucho en el supermercado del Corte Inglés, un zumo de naranja y un magnifico yogurt que descubrí el otro día en Mercadona (un pack de 12 unidades sabor a Cereza, Frambuesa, Fresa, Albaricoque, Pera y Melocotón. A cada cual más rico)

Vaqueros amplios, camiseta azul, chaqueta deportiva abierta (estilo universidad americana) con capucha incorporada de color amarillo, pelo despeinado y mi Ipod eran el look seleccionado para la ocasión. Ni arreglado ni muy arrastrado. Un punto intermedio estupendo para solventar la mañana.

Lo primero de todo era ir a cobrar el cheque con mi nómina, que por fin he podido ingresar tras siete días de retraso, unos cuantos (graves)problemas con el contrato, y un gran desfalco a la Seguridad Social cortesía de la maravillosa empresa en la que trabajo. Cobrarlo en el Santander e ingresarlo en el BBVA, para evitar comisiones. Menos mal que los dos están al lado de mi casa. Así que primer punto del día… liquidado.

Con el dinero en mi poder, y la tranquilad que eso supone, he cogido un autobús (no comprendo que la gente no comprenda mi afición por los autobuses madrileños) hasta la oficina de la Tesorería de la Seguridad Social más próxima, que en este caso resultó ser la de Ciudad Lineal.

Cómo me gusta andar por Ciudad Lineal. No sé por qué. No es un sitio bonito ni tiene nada especial. Pero me gusta. Gente de lo más variopinta se mueve, siempre con prisa, a lo largo de García de Noblejas. Y como el tiempo acompañaba (ni frío ni calor, ni sol ni nublado) me he quedado un rato sentado en un banco observando el ir y venir de la multitud mientras me fumaba un cigarrillo (en el intento de ver todo más claro, por supuesto) En mi Ipod sonaba Peces de Ciudad, versión de Ana Belén.

Y allí estaba la Seguridad Social. Un mundo nuevo. Después de vivir 23 años en mi mundo feliz de Sanidad Privada, me entero ahora que al ser trabajador, los médicos privados no tienen valor para las empresas, y que por mucho que uno te diga lo enfermo que estás, si no es público, no vale de nada. Así que a hacer papeleos.

Para mí sorpresa, ha sido más fácil y menos burocrático de lo que me imaginaba. Lento, pero eficiente. Siendo previsor, y esperando largas colas, me he comprado la nueva edición de Nox. Una de esas revistas que no cuentan nada, pero que tienen muy buena publicidad, hojas duras, y que “hay-que-comprar-si-quieres-estar-a-la-última” y que a mí sinceramente me resbala sobremanera (al igual que el Fotolog y MySpace, que también se supone que son “lo más”) Pero la verdad es que durante la espera, me he acomodado en la sala de espera, que más que sala parecía un patio de butacas, y me he abstraído del tiempo escuchando música y leyendo “por-qué-hay-que-visitar-Laponia”

Y sin darme apenas cuenta… los papeles en regla! (en el fondo, soy un forastero en la ciudad) Así que me he ido a tomar un “aperitivo”: un perrito caliente con poco ketchup (no me gusta, ver mi columna de lo que No Me Va) y mucha mostaza (total, no esperaba ligar a esas horas) Que rico. De repente me sentí como si volviera a estar viviendo en Marengo, Indiana, donde me paraba en todos los establecimientos que vendieran Hot Dogs, a dólar la unidad. A diferencia de que allí la civilización apenas existía y los vecinos más cercanos estaban a unas 3 millas de distancia. Sí, allí medía por millas. De ahí que ahora calcule mal las distancias en kilómetros y llegue siempre tarde (no cuela, verdad?) Sonaba en ese momento One Way Or Another, de Blondie. Todo un clásico.

Tras varios recados menores, y dado lo rápido que pasa el tiempo en Madrid, llegaba el momento de volver a casa a comer. Porque hoy tocaba comer en casa. Cansado ya de tantos Vips, Woks, Tío Pepe’s, McDonals o lo que es peor, la Cantina del Aeropuerto, me apetecía comer sano. Otro autobús. Otra experiencia única. Otro ver el mundo a través de un enorme cristal. Llenando la cabeza de imágenes únicas, que más adelante estoy seguro que recordaré. Porque me encantan los recuerdos. Y para mí, Madrid es la ciudad de los recuerdos. Quizá por eso sea yo tan feliz aquí.

Macarrones con salsa boloñesa, lacón, patatas fritas, manzana de postre y un café con leche condensada para rematar la faena. Ese ha sido mi menú del día.

Cuando llegaba el momento de la siesta, mi cerebro se ha reactivado y no me ha dejado amodorrarme en el sofá. Algo quedaba pendiente. Recoger mi casa. Entera. Que falta le hacía. Así que me he enfundado los rulos (tapados con un pañuelo, claro) unas mayas viejas, una camiseta talla XXL sin ningún tipo de forma… y a darle al trapo. Salón, cocina completa, terraza, cuarto de baño… todo!! Hasta he descubierto que las ventanas no eran opacas. Todo un hallazgo.

Horas y horas de esfuerzo, sudor y estornudos (efecto del polvo) han servido para que ahora mi casa parezca de nuevo un hogar. Por no hablar de la ropa planchada: cuatro juegos de sábanas, otros tantos de toallas, siete pantalones, 12 camisetas y polos, seis camisas, cuatro jerseys, trece gayumbos (viva el fetichismo!) 23 pares de calcetines (y unos cuantos que no he sido capaz de emparejar) y por supuesto, el uniforme. Qué orgulloso estoy de mí mismo. Volver al orden tras el desorden. Así que ahora tenía tiempo para mí hasta la hora del siguiente plan.

Era el momento de renovar la música de mi Ipod. Y digo renovar y no agregar, porque aún no he entendido la necesidad que tiene la gente de tener 2586 canciones en el susodicho reproductor. ¿Para que vale eso, mas que para tardar horas y horas en encontrar la canción que te apetece escuchar? En mi Ipod hay ahora 136 y ya me parecen demasiadas. Y mi trabajo me ha costado meterlas, dado que mis queridos amigos los virus del ordenador se han empeñado en hacer exactamente lo contrario a mis órdenes. Tenían día rebelde. Y eso que les he advertido de que si se ponen remolones les meto un antivirus. Pero tal y como pensaba, mi poder de intimidación es escaso. Muy escaso. Qué le vamos a hacer.

Así que tras descargarme decenas de canciones (y alguna que otra cosita más) y meterlas en el Ipod, hablar un poco por teléfono, mandar un par de mensajes que tenía pendientes y encender la televisión varias veces (después de apagarla al ver que para variar, no había nada interesante) me ha dado la hora de prepararme para salir a cenar y hacer un cine. (Sí, a la segunda el SMS ha llegado a su destinatario) Plan perfecto de viernes por la nuit.

¿Look? Vaqueros viejos, camiseta blanca (sí, sí, aunque algunos lo duden, sé salir por la noche sin camisa) chaqueta gris y botas marrones de ante. ¿Cena? PAN’S de Gran Vía (viva la gastronomía fast food, que una comida sana al día es suficiente) ¿Cines? Ideal en Tirso de Molina. ¿Película? Dos días en París, en versión original subtitulada. Planazo.

Sala pequeña. Palomitas grandes (Que se hacen llamar Medianas. ¿Alguien sabe por qué?) Cocacola Light a litros. No trailers. Oscuridad. Ronquilos a lo lejos. Risas. Lágrimas. Más risas. Pensamientos enfrentados. Reir, llorar, comprender... Cosquillas. Y más risas.

Y cuando ya tocaba salir del cine, me ha invadido esa sensación repentina de felicidad y euforia que tienes cuando has disfrutado de algo que no has entendido muy bien. Porque la película era rara de narices. Pero que decía verdades como puños sobre el comportamiento de las personas. O igual soy yo el raro de narices y por eso creo haberla entendido. Who knows? Pero feliz al fin y al cabo.

Y así, a las 4 de la mañana, en el cuarto donde aquella vez te quitaba la ropa, aun me quedan fuerzas para recordar, e incluso escribir, todo lo que un servidor ha podido dar de sí este singular 5 de Octubre. Un día muy largo.

Un día completo.

Un día genial.


JustJames.
Distinción y estilo desde 1984.

miércoles, 26 de septiembre de 2007

once in a lullaby


(...high above the chimney tops thats where you'll find me...)


Podría empezar diciendo que me alegro por tí. Podría empezar diciendo que vas a ser muy feliz. Podría empezar de tantas maneras... Pero no hace falta. ¿Que hay ya que no sepamos?

Cinco años. Cinco largos pero muy cortos años. Una canción reivindicativa (Marta Sanchez siempre fue una gran poeta) y unas ganas tremendeas de reir fueron el detonante. Desde entonces no paramos. Comenzamos por Bilbao, Vitoria y San Sebastían, pero pronto se nos quedaron pequeños. Así que nos lanzamos por Madrid, por Santander, por París, por Londres, por Estrasburgo... todos esos sitios hemos conquistado. Los dos juntos.

Y en todos esos lugares hemos vivido experiencias inolvidables. Todas y cada una de ellas. ¿Serían iguales si lo hubieramos hecho separados? Creo que no.

Lo más curioso es que cuento con los dedos de una mano (y me sobran tres) las veces que nos hemos enfadado. Y cuento con los dedos de un pie (y me sobran cinco) las veces que nuestros enfados han durado más de 10 minutos. Por que sí. Porque no procedía más.

Porque durante estos cinco años y sus millones de experiencias, nos han sobrado los motivos para estar contentos.

Porque, pese a que te empeñes, no hace falta que me cuentes tus problemas para saber lo que te pasa. Y porque por más que me empeñe, no hace falta que no te cuente absolutamente nada de mi vida para saber lo que siento. Y eso nos hace únicos. Tu y yo.

Pero ahora ha llegado el momento de dividir los sentimientos. Por un lado estoy yo, y siempre estaré. Y por otro lado está EL. Y rezo con todas mis fuerzas para que siempre esté ahí. Porque te lo mereces. Porque eres "the one that i want"

Sólo faltan tres días... futura Señora de Arcauz. Y allí estaré yo para dar fe. Como siempre.
Porque no podía ser de otra manera.
Porque somos uno.
Porque sí.


JustJames.
Distinción y estilo desde 1984.


(...and the dreams that we dreamed of, dreams really do come true...)

miércoles, 5 de septiembre de 2007

the party is over


(... i was so happy we have met... it was the age of no regret...)


Sí, es la pura, dura y cruda realidad. Y quien lo niegue es porque no quiere enfrentarse a este mal. Porque por más que nos disguste, o nos guste, según cada uno, o por más que deseemos alargarlo lo más posible, hay que empezar a asumirlo: se ha terminado el verano.

Es simplemente una cuestión de ser sinceros con nosotros mismos y aceptar que the time goes by… but not slowly. Y hay dos acontecimientos únicos e inequívocos que nos dan esta noticia.

El primero, el primer día que vas a la biblioteca a intentar, generalmente sin éxito, enfrentarte con esa agradable (en mi caso es en plural) asignatura (otra vez en plural) que no pudiste sacar durante el curso por haber querido adelantar el verano y estar desde mayo tirado en un parque devorando los primeros rayos de sol (o pasando las horas en la cafetería de la facultad pensando en que la vida social es mucho más necesaria que el Derecho Administrativo)

Y segundo, y no menos importante (para mí lo es más) es el hecho de que ese amor de verano que año tras año deseas con todas tus fuerzas que no termine al llegar el otoño se esfuma cual vampiro al primer destello de luz.

Por ser dos acontecimientos que tienen lugar año tras año deberíamos tener el cuerpo totalmente acostumbrado. Pero la vida nos sorprende a cada paso, y nos damos cuenta (me doy cuenta) de que no espabilamos, y que todo nos afecta (me afecta) igual de mal one and again.

Alguien anónimo, a la par que muy famoso a juzgar por la cantidad de veces que se repite su frase, dijo una vez que si llevas todo al día, no hace falta estudiar al final. Sin duda era alguien que, una de dos: o no fue en su vida a la universidad, o dos, era un antisocial empollón que jamás salió un sábado por la noche (de salir un martes o un jueves a tomar una caña a media tarde y liarte hasta las 5 de la mañana ni hablamos) Porque es algo igual de falso que las promesas de año nuevo. Lo primero de todo porque… ¿qué es llevarlo todo al día? Ese gran concepto sin definición concreta.

Yo este año puedo decir con total libertad, aunque no se si con vergüenza, que no he ido ni un solo día, repito, ni un solo día a clase. Pero tenía mi excusa, o más bien mi justificación (mamá, ya se que tu no lo entiendes): hace ahora un año decidí, por el bien de mi salud mental, abandonar la tierra que me vio nacer (ese Bilbao… ¿querido?) y lanzarme a vivir un año de meditación personal.

Mi hazaña me llevó a la Capital del Reino primero, donde pasé el otoño más frío y feliz de mi vida junto a ti; a la capital de otro Reino, esta vez el Unido, donde pasé el invierno más desconocido de mi vida esperando el momento de volverte a ver; y a volver finalmente a la capital inicial para descubrir con sorpresa que la primeravera me sorprendía (o quizá no) con que poco quedaba del otoño.

Menos mal que un trabajo que me divierte por la vida, y que me llena de orgullo y satisfacción (mamá, se que eso tampoco lo entiendes) me dio la fuerza para llegar…. ¿sano? y salvo al verano.

Y allí apareciste tú… ese amor que, a diferencia del Guadiana, se asoma cuando llega el buen tiempo, y se seca cuando comienza el deshielo. Es ley de vida. O mejor dicho, es ley de mi vida. Porque esta vez, como siempre, me he encargado yo solito de estropear. Y mucho.

Pero que le voy a hacer… es mi naturaleza. Cuanto más deseo algo, más me encargo en destrozar. Podría ser algo más inteligente (esa virtud que el 99 por 100 de la población cree a ciencia cierta que no poseo, y visto los acontecimientos tendré que darles la razón) pero mi cabeza, muy proclive a entender todo al reves, especialista en ver fantasmas donde sólo hay sábanas, a la par que excesivamente propensa a ver Guadianas donde sólo hay barro, elucubra contra todo y sale siempre por la solución menos acertada. ¿Seré capaz de cambiar algún día? Porque sabe Dios que bien me arrepiento.

Así que ya no cabe duda. Mientras volvemos de la biblioteca en tu coche, cantando a ritmo de Stars are blind, Grace Kelly o Forever Young; mientras llorando mis penas hacemos el balance de lo bueno y malo; con exámenes a la vuelta de la esquina y lo que es peor, sin amor de verano, nos damos cuenta de que al igual que el cuento, el verano se ha acabado.

¿Tendremos fuerzas para empezar un nuevo curso? Dime si tu quisieras andarlo conmigo.



JustJames.
Distinción y estilo desde 1984.


(... when you think the party is over, look over your shoulder, I'm at your door, coming back for more... Dancing in the moonlight 'till the break of day like we did before... I'll be coming back for more)

lunes, 13 de agosto de 2007

'cause you're worth it!


(...sail away with me to another world...)


No se por qué será pero siempre me da por escribir aquí por las noches. Bueno, hoy tiene su razón de ser, puesto que me he pasado todo el día durmiendo cual marmota tratando de recuperarme del desfasón de noche que tuve ayer. Lo que se esperaba como una noche más de agosto tirado en casita resultó ser la noche de las noches. Y claro, ahora estoy totalmente desvelado.

Pero eso de desfasar tanto trae sus consecuencias. Mis neuronas no funcionan a la velocidad deseada.

Así que esta noche no voy a hablar de mí (Increíble pero cierto. Mi egocentrismo también necesita su descanso) Me voy a limitar a copiar un relato breve que escribió una gran amiga hace unas semanas en su blog. A mí personalmente me encanta, y a los que lo han leído, en vista de los comentarios que ha recibido, parece que también.

Por eso estoy seguro de que, one way or another (qué gran canción!!) serás una gran gran escritora. O eso espero, porque lo de presentar tus libros en el gran salón de mi futura casa te aseguro que queda como asignatura pendiente.

Deleitaros con ella.

Yo lo hago con frecuencia.

JustJames!
Distinción y estilo desde 1984.


Infiel.

Estuviste toda la noche pasando de mí. Ya no sabía si hacer malabarismos con los hielos, volteretas laterales o qué para que me hicieras algo de caso. Mis amigas me decían que te olvidara, que si no me daba cuenta de que no tenía nada que hacer. Yo sabía que tenían razón, pero me parecía imposible dejar de observarte; todo era tan familiar… Tus gestos, tu sonrisa, tu forma de caminar, de ignorarme… Parecía que llevase toda una vida a tu lado, incluso la manera de besar a tu novia me era conocida; podía imaginarme perfectamente –recordarme- en su lugar.

No te creas que no me di cuenta, ¿eh? Un par de veces me miraste de reojo. La primera vez me emocioné, incluso pensé en acercarme a saludarte, pero cuando tus ojos se posaron brevemente sobre mí por segunda vez, supe descifrarlos: tenías pánico. Pánico a que se descubriera lo que había habido entre nosotros, a que te montara una “escenita”, como las llamas tú. Deberías haberte quedado tranquilo, no soy tonta; sé lo que hay.

A medida que pasaba la noche, mi estado de ánimo cambió. Al principio sólo me dolía que pensaras que yo fuera capaz de perjudicarte, pero el hecho de verte con esa no me molestaba demasiado. Ya te lo he dicho, no soy tonta. El caso es que poco a poco me fui encendiendo, me puse nerviosa. No me gusta que me ignoren, y tus amigos y tú sois unos artistas. Lo cierto es que se me fue un poco la cabeza…

Esta mañana te he visto a lo lejos, salías del hospital. Parecías preocupado y he pensado que podría cruzar a consolarte, pero me he dado cuenta de que no te gustaría. Sé que piensas que miento, que no me tropecé por culpa de las copas que llevaba encima, que la tiré por las escaleras de la discoteca a propósito.

Sé que sólo me queda esperar…